Los nueve meses más intesos de mi vida han pasado volando. Pensaba al principio que era imposible que mi cuerpo pudiera gestar a dos seres, que el embarazo llegara a término y que no fueran pequeños, sino que nacieran con un peso aceptable. Pero por suerte, todo ha ido bien. Los 2 pequeños, llegaron al mundo hace una semana en un doble parto rápido pero en el que pasó de todo.
El lunes 30 de Septiembre llegué a las 37 semanas más un día con los pequeños dentro. Ese día tenía cita de control en el Hospital a las 12:00h de la mañana. La doctora que nos atendió nos dijo que el embarazo podía llegar a término en cuanto nosotros quisiéramos ya que estaba de más de 37 semanas . Quedamos en provocarlo dos días después. El día 2 de Octubre yo tenía que estar en el hospital a las 8 de la mañana y ese día iba a conocer a mis pequeños
…
Y entonces vino la sorpresa
…
Antes de marcharnos la doctora sugirió que podía hacerme un tacto vaginal para ver el estado del cuello del útero. Puso los dedos y me preguntó si tenía contracciones. Le dije que no. Según ella estaba ya dilatada de 2 centímetros. y si seguía así, por la noche ya podía ingresar para parir.
En ese momento la verdad es que no lo esperaba pero viéndola tan segura ya empecé a prepararlo todo. Primero llamé a mi madre para ver si podían venir a buscar a nuestra hija mayor. Tiene tres años y medio. Mi hermana y mi padre la vinieron a recoger rápidamente y se la llevaron para que pasara la noche con ellos.
Aunque aún no sentía ninguna contracción preparé algunas cosas que necesitaba para el parto.
Después mi marido y yo nos pusimos a mirar una película y cenamos un cocido buenísimo que nos había hecho mi madre con todo su amor. Al ver que eran las 9 de la noche y no pasaba nada me puse el pijama y me metí en la cama. Sentía un pequeño hormigueo pero nada más. Me dormí (mi marido no podía dormirse porque estaba nervioso) y hacia las 11 me desperté con unas contracciones muy muy fuertes. Fuí a avisar a mi marido de que había llegado el momento de ir al hospital y justo en ese instante se rompió la bolsa y dejé el suelo perdido.
Rápidamente con unas contracciones fuertísimas nos vestimos y nos fuímos corriendo al hospital. Cuando llegamos me subí a urgencias ginecológicas y me dijeron que tenía que esperar. Cosa que les dije que era imposible, que el parto de mi hija mayor había durado media hora y que ahora que venían dos, y estaba tan emocionada como asustada a partes iguales, no podía esperar. En ese momento la bolsa se rompió un poco más y les dejé otro regalito en el suelo.
Me hicieron pasar a triaje y enseguida me atendió una ginecóloga. Le comenté que el parto de mi hija había sido muy rápido y me hizo un tacto, ya había dilatado 8cm así que cogieron a todo el equipo y quedaron en ponerme la epidural.
…
Un parto multitudinario
…
Ya me habían comentado que un parto gemelar no es un parto normal. Tengo el recuerdo muy fresco del parto de mi bebé mayor y no pudo ser más diferente. Creo que en la sala de partos éramos 3 o 4 persones y lo recuerdo como un momento muy íntimo.
Con el parto de mis mellizos todo fue diferente. Éramos mínimo 12 personas en la sala. Por lo que me acuerdo, no se separaron de mi lado 3 ginecólogas, 3 comadronas, 3 anestesistas, 2 pediatras y, seguramente, alguna enfermera más. Un equipo íntegramente formado por mujeres que funcionaban como un reloj suizo.
El único momento en el que me sentí un poco sobrepasada fue en el momento en el que me pusieron la epidural. Ya llegados a ese punto las contracciones me dolían muchísimo y eran larguísimas… y claro, para que puedas ponerte la epidural tienes que dejar de moverte durante unos minutos. Es de vital importancia que no te muevas mientras te la aplican porque podría suponer un problema serio para la salud. Por suerte, no sé ni como, conseguí, pero estuve quieta el momento en el que me la pusieron. Yo notaba que mi cuerpo ya estaba apunto para el expulsivo.
…
Dilatada al máximo y dirección al quirófano
…
Cuando terminaron de ponerme la medicación le dije a una de las ginecólogas que tenía ganas de empezar el expulsivo y me realizó un tacto. ¡Ya estaba dliatada a 10cm! Así que, por precaución, me sacaron de la sala de partos y me llevaron a un quirófano. No estoy segura si es por protocolo o no. Pero aunque en un principio se trataba de un parto gemelar sin complicaciones en el que los dos bebés venían colocados. La ginecóloga me comentó que este tipo de partos pueden resultar imprevisibles, y que realizarlo en quirófano era la mejor forma de evitarnos sorpresas desagradables.
…
El primer bebé llega a las 00:43
…
No sé cuanto tiempo estuve empujando. Recuerdo a muchas personas mirándome y yo tratanto de empujar junto con una de las comadronas a mi lado. Recuerdo que de golpe hice un pujo rápido y de repente tenía a mi primer bebé en brazos. Eran las 00:43 de la madrugada y aún tenía que sacar a mi segundo bebé. Así que el equipo obstetra me dijo que empujara de nuevo rápidamente.
…
Y de repente una cesárea
…
En ese momento me puse a empujar concentrándome en sacar a nuestro segundo bebé. Pero algo pasaba. Vi mil manos sobre mi estómago intentando empujar al bebé hacia abajo. Escuché a una ginecóloga decir que el canal de parto se estaba cerrando. Y por último, el sonido más aterrador que he escuchado nunca. Un pip avisando de que el corazón de mi peque perdía pulsaciones por segundos.
Llegados a este punto, el equipo médico no se lo pensó más. Sacó a mi marido de la sala y con una rapidez que no me esperaba empezaron a realizar una cesárea de emergencia de la que casi ni me enteré. Todo fue tan rápido que a las 00:57 de la madrugada sacaban a mi segundo pequeño.
¿Es habitual que esto pase en partos gemelares?
La verdad es que el 50% de los partos gemelares se realizan a través de cesáresa, un 45% son vaginales y un 5% una combinación de ambos. Yo formo parte de este 5%. Es la forma en la que han nacido mis hijos, la forma que escogieron para llegar a este mundo. Cada uno ha dejado su señal en mi cuerpo. Y cuando los miro, todos los nueve meses de embarazo, el parto y toda la recuperación posterior, pienso que han valido, y mucho, la pena.