Fertilidad

Cómo prepararme psicológicamente para una adopción de embriones o una ovodonación

Las opciones reproductivas actuales son muchas pero al mismo tiempo son pocas. Cuando tus óvulos o el esperma de tu pareja no pueden engendrar un bebé tienes que plantearte como vas a continuar. Si deseas poner fin a tu aventura reproductiva o si decides tener a un bebé con el material genético de donantes.

Por supuesto, también existe la opción de la adopción y la acogida. Una opción que casi todo el mundo que tiene hijos biológicos de la forma tradicional y si ningún problema está entestado en que escojas.

Existe el mito de que la adopción o la acogida son fáciles. Són rápidas y que además hay millones de niños en el mundo esperando una familia. Y en realidad no es exactamente así. Los procesos de adopción o acogida son largos, caros y además creo firmemente que no todo el mundo está preparado para gestionarlos a nivel emocional. Cuando adoptas a un bebé, adoptas a una persona que ha llegado al mundo en unas circunstancias concretas, quizás ha sufrido mucho y a menudo lleva una carga emocional encima que no todas las familias saben, pueden o quieren gestionar.

De hecho, en muchos países, cuando adoptas, debes seguir un curso de psicología y tienes seguimientos psicológicos durante muchos años por parte de la administración, tanto nivel familiar como a nivel del bebé y futura personita.

Decidirse por la adopción de embriones, la ovodonación o la donación de esperma

Creo que todo el mundo que ha necesitado una donación llega a este punto de una forma diferente. Las madres solteras o las parejas lesbianas tienen claro que necesitan un donante de esperma desde antes de pensar en tener familia, otras personas llegan después de mil y un tratamientos fallidos y muchas otras llegan después de un diagnóstico muy claro antes de empezar ningún tratamiento reproductivo.

Quiero decir que la forma en la que llegues al punto de necesitar la ayuda de uno o dos donantes para poder formar una familia es un punto clave para la preparación psicológica. No es lo mismo conocer desde siempre que vas a necesitar una donación y llegar a ella de una forma meditada y planeada durante mucho tiempo, que hacerlo después de un proceso largo, tedioso, caro y además muy doloroso.

Primero tienes que cerrar el duelo por no engendrar hijos con tu genética

Cuando sabes que no podrás engendrar hijos con tu material genético o con el de tu pareja se te cae el mundo encima. A nadie se nos prepara para una opción reproductiva que no se ajusta a los cánones tradicionales. Además, las personas que optamos por la reproducción asistida ya de por si estamos muy penalizadas por la sociedad, imagínate cuando ya sabes que incluso necesitas la ayuda de donantes para poder formar una familia.

Todo este cúmulo de circunstancias terminan con todo el concepto de familia que tenías en mente. Pensad que de por si el ser humano está programado para reproducirse y dejar «su legado genético» en este mundo antes de morirse. Así que tienes que decir adiós a esta parte.

Cuesta un tiempo pero no puedes optar por la donación de gametos si antes no has cerrado este capítulo y has aceptado que puedes ser padre. No puedes transmitir la parte genética pero puedes transmitir toda la demás. Puedes transmitir amor, tus conocimientos, tu cariño, tu visión del mundo, tus planes de futuro, todo el legado inmaterial que como ser humano tienes y que es enorme.

Infórmate bien sobre el mundo de la Reproducción Asistida y la Donación de Gametos antes de iniciar cualquier tratamiento de fertilidad

Antes de empezar cualquier tratamiento de fertilidad infórmate bien sobre los diferentes procesos. Si optas por la donación de gametos infórmate bien sobre el proceso, intenta hablar con otras parejas o familias que hayan pasado por lo mismo. Y, de hecho si es posible intenta hablar con alguna persona que haya realizado donación de gametos. Yo tengo varias amigas que han donado óvulos en el pasado y creo que me ayudó mucho hablar con ella antes de empezar un tratamiento.

La infertilidad es una enfermedad y en la mayoría de los casos precisa de tratamiento médico

La infertilidad es una enfermedad de nuestro tiempo. Nuestra sociedad nos «obliga» en cierta forma a retrasar la maternidad y la paternidad. Si seguramente la década de los 20 es la mejor para empezar una familia (más o menos como empezaron nuestros padres), ahora mismo hay pocas mujeres y hombres que se planteen ser madres o padres antes de los 25 y no muchos más antes de los 30.

Un mayor acceso a la educación por parte de la mujer, un mercado laboral cada vez más complicado al que accedes tarde y mal y que te prolonga en la precariedad durante mucho tiempo, la falta de acceso a una vivienda digna, la falta de guarderías públicas, las casi nulas ayudas… hace que muchas familias no se planteen empezar a tener hijos antes de los 35.

Además a este factor edad debemos sumar factores cruciales como el estrés crónico, la contaminación en la que todos vivimos, la exposición a antenas y a algunos productos tóxicos (desde cosméticos a productos de limpieza del hogar).

Año tras año están aumentando los casos de menopausias precoces, de esperma alterado (tanto a nivel cualitativo como también a nivel cuantitativo), lo que hace que la infertilidad se extiende por la sociedad como una auténtica plaga.

Por lo tanto, si estás leyendo esto, debes saber que por desgracia tu caso es cada vez más habitual y que si acudes a una clínica de reproducción y te sometes a tratamientos con la ayuda de donantes estás siguiendo un tratamiento médico para solucionar lo que en algunos países del sur de Europa es ya una verdadera pandemia: la infertilidad.

La infertilidad es ante todo una enfermedad y debe tratarse para encontrarlo una solución.

Piensa si eres capaz de gestionar emocionalmente la llegada de un bebé que no tenga tus genes

Después de cerrar el duelo por no poder transmitir tu genética a tus hijos piensa si realmente estás preparada/o para tener un bebé con la carga genética de donantes. Si para ti la oportunidad de ser madre o padre es superior al peso de no poder transmitir tu genética, adelante. Si para ti transmitir tu genética es la clave de la paternidad pues no te aventures.

Para mi el deseo, tanto el mío como el de mi marido, de poder formar una familia era un millón de veces superior al de de transmitir nuestra carga genética. Así que nos tiramos a la piscina. Y para nosotros, nuestra hija es nuestra desde el momento en el que me la pusieron dentro. Hemos vivido con emoción el embarazo, el parto, sus primeros meses… creo que nunca hemos sentido tanto amor. Y, de hecho, para nosotros la familia es esto: es AMOR.

Piensa en los derechos del embrión fruto de donantes

Hasta el momento hemos hablado de la infertilidad como enfermedad desde el punto de vista de los progenitores. Pero, ¿Y qué pasa con los embriones fruto de donantes? Pues que aunque de momento en la legislación española no se les contempla ningún tipo de derecho a nivel ético (se está debatiendo y mucho en la comunidad médica) también tienen sus derechos y debes de tenerlos en cuenta.

Yo se que mi hija fruto de donación tiene derecho a conocer su pasado genético. Tiene derecho a conocer que fue adoptada cuando era un embrión, debería tener derecho a conocer de dónde proviene, a saber quienes fueron sus donantes… no es nada malo. Sea como sea ella es fruto del amor. Una parte fundamental de nuestra familia, pero tiene derecho a saber quién es porque como me dijo una vez una persona adoptada:

«la curiosidad por sus orígenes no es incompatible con su amor hacia ti»

Mi experiencia personal

Os hablo desde mi punto de vista y mi experiencia. Cuando nos dijeron que era prácticamente imposible tener hijos con el esperma de mi marido el mundo se nos cayó encima por unos días. Lloramos mucho, dormimos poco… en seguida buscamos alternativas y encontramos en la adopción de embriones lo que encajaba con una solución para nosotros y nuestra búsqueda de la familia.

Curiosamente yo siempre había pensado que sería madre por adopción. Pero claro, me pensaba que sería una adopción tradicional. No ha sido así pero nuestra baby es lo mejor que nos ha pasado en la vida.

Después de escoger clínica y de realizar todas las pruebas correspondientes realizamos el tratamiento y afortunadamente funcionó a la primera. A partir de aquí vivimos la paternidad y la maternidad con toda la intensidad de una familia joven y primeriza. El parto, el embarazo, los primeros días de nuestro bebé, su crecimiento… estamos intentando no perdernos nada.

Además sabemos que nuestra hija es la hija que debíamos tener y ahora misma no la cambiaríamos por nada del mundo. Ni nos ahorraríamos el tratamiento, ni el sufrimiento de la infertilidad. Con este proceso los dos hemos crecido mucho a todos los niveles posibles y nuestro bebé es el mejor regalo que la vida nos ha podido brindar.

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