Experiencias

Terror en una casa Rural. Nuestras vacaciones de verano malditas

Sé que la temática de este blog nada tiene que ver con este tipo de cosas. Pero acabamos de volver de «nuestras vacaciones de verano» y necesitaba contar esta experiencia a alguien. Necesitaba dejar el recuerdo escrito antes de que se me olvide. A veces, aunque parezca que lo sobrenatural se algo lejano a lo que nunca vas a tener que enfrentarte, llega a tu vida de imprevisto.

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La Casa de Vacaciones

En febrero de 2021 decidimos alquilar una casa para pasar las vacaciones de verano mi pareja y yo (y por supuesto nuestra peque). Íbamos con tiempo así que nos miramos mucho las descripciones para poder encontrar una casa que realmente nos gustara. La casa que escogimos era un antiguo molino, muy viejo pero según las fotografías perfectamente restaurado, habitable y con bastante luz. Además tenía unos paisajes exteriores brutales.

Así que todo hacía pensar que nuestras vacaciones de Agosto serían realmente bucólicas.

Por desgracia no todo sale como uno se plantea y a menudo, cuando no ganas con tus decisiones, aprendes una o varias lecciones.

La llegada al antiguo molino del terror

Llegamos a nuestra casa de vacaciones el lunes 9 de Agosto por la tarde. Debíamos estar allí una semana, concretamente hasta el día 16 de Agosto (ya os aviso que el día 12 de Agosto a primera hora de la mañana nos fuímos casi corriendo).

A primera vista, justo al aparcar el coche, todo parecía una maravilla. La zona era realmente espectacular, muy aislada, y en ella parecía que el mundo se hubiera parado. Teníamos un estanque justo al lado de la casa. Estábamos completamente solos y justo después de nuestra casa empezaba un bosque frondoso y un tanto fantasmagórico.

Al entrar en la casa y abrir la puerta que daba al comedor la primera impresión empezó a transformarse. La zona del comedor y la cocina era lúgubre. La poca luz que entraba y la estrechez del lugar no invitaban a estar dentro. Pero pensábamos que por unos días no pasaría nada.

A continuación fuímos a la planta de arriba, en la que estaba nuestro dormitorio y nuestro baño. Nuestra impresión mejoró. Esa zona era más comfortable. Aunque si hubo algo que me dió un poco de mal rollo fue que el espacio contaba con dos sillas balancín muy viejas. No me preguntéis el porque pero daban un poco de miedo (en ese momento pensé que todo era un poco de sujestión).

Después fuímos a ver la planta baja, una especie de semisótano que también contaba con una habitación de dormitorio y un baño. Ese espacio si que daba mal rollo. Mis padres que vinieron de visita dos días después lo definieron como que parecía la entrada a un cementerio. Únicamente os digo que a mi pareja le daba tanto miedo ese lugar, que únicamente puso los pies en esa planta en el momento de la visita. No bajó nunca más.

La Primera noche en la casa

La primera noche ya nos quedó claro que algo no iba bien en la casa. Al principio era como una sensación. La sensación de estar en alerta. En esa cama nos era imposible dormir. Y cuando al final lo conseguimos, a eso de las 6 de la mañana, nos levantó nuestra peque con mucha hambre. Y fue en ese momento, al encender la luz de la habitación que empecé a sentir ruídos. Al mirarlo bien vi que había una infinidad de avispas, mosquitos e incluso alguna abeja pululando en la habitación.

Cogímos al bebé corriendo y nos plantamos en la planta del comedor de la casa. Buscamos algún insecticida y mientras yo terminaba de dar de comer a nuestra peque, mi pareja subió, cerró ventanas y mató a todos las avispas y mosquitos que encontró. Fué como la matanza de Texas.

Al cabo de un rato volvimos a subir y nos dormimos hasta eso de las 11 de la mañana. De hecho dormimos mejor de las 7 a las 11 de la mañana que durante toda la noche anterior.

La Segunda noche

Durante el segundo día en la casa. Estubimos paseando por el campo, comiendo e intentando de descansar. Digo intentando de descansar porque realmente nos era imposible. Pocas veces me he sentido tan incómoda en un sitio. En la zona del jardín no encontraba dónde poder descansar. En el interior, tan oscuro, no podía ni focalizar mi energía en leer, ni en ver la tele, ni tampoco en hacer nada productivo (tampoco no productivo).

Los paseos por el campo nos sentaban muy bien. Eso si que era nuestro ratito de paz pero en cambio los paseos por el bosque que justo tocaba al molino nos transmitían intranquilidad.

Al meternos en la cama esa segunda noche, y al volver a la incomodidad del primer día, me di cuenta de que no aguantaríamos mucho en esa casa.

Pero justo antes de dormirme (hablo en singular porque creo que mi pareja ya dormía) escuché un sonido un poco raro. Escuché como si alguien estuviera echando grava o semillas o granos encima del tejado. El sonido duró un par o tres de minutos y después paró. Al cabo de unos 40 minutos empezó de nuevo para parar unos minutos después.

No le di más importancia y al final me dormí pero me levanté igual de cansada y destrozada. Y mi marido igual.

Nosotros nos habíamos marchado de casa para descansar pero allí estábamos cada vez más cansados y agotados.

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El Tercer y último día

Al levantarnos decidimos ir a hablar con la responsable de la casa. Al final llegamos a un acuerdo y nos íbamos a marchar el día después.

Fue un día extraño. No veíamos el momento de irnos pero vino mi familia a visitarnos y nos lo pasamos bien. Aunque tanto mi padre como mi madre me dijeron que no dormirían allí ni de coña

Al llegar la noche ya únicamente esperábamos descansar un poco para después empacar e irnos el día siguiente sobre las 10h de la mañana.

Y la verdad menuda noche. De 23:30h a las 02:00h de la mañana fue como si el viejo molino volviera a renacer. Se repitió el sonido de la noche anterior y además otros sonidos como el sonido de una pala cargando granos, el ruido del viejo molino funcionando (cuando en realidad no funciona desde hace ya más de 100 años). Yo estaba en mi cama muerta de miedo. Sin abrir los ojos, pensando que en algunas horas ya estaría lejos de allí. Pensaba para mi: aguanta un poco más. Casi lo consigues.

Mientras tanto mi marido y mi bebé seguían durmiendo a mi lado.

El día después

El día después nos levantamos sobre las 07:00h de la mañana y lo recogimos todo. A las 10:00h ya estábamos fuera y justo cuando nos marchábamos de la propiedad le conté a mi pareja todo lo que había escuchado la noche anterior. Él me explico, con detalle, todos los ruidos extraños que había escuchado él también. Y además, también otro hecho paranormal. Mientras estaba solo en nuestra habitación vistiéndose había visto como los dos balancines de mimbre se movían solos.

Nos marchamos corriendo de allí. Sin terminar las vacaciones. Nos fuímos para casa. Felices de salir de allí.

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