Personalmente si vuelvo a tener otro bebé no tengo ninguna intención de comerme su placenta pero hace poco una amiga me comentó que ella lo había hecho y decidí investigar un poco el tema.
Antes de empezar a profundizar un poco sobre el tema, me gustaría aclarar que creo sinceramente que este es un tema muy personal. Cada mujer debe considerar los pros y los contras antes de decidir comerse la placenta que acompaña a su bebé y tanto si decide hacerlo como no hacerlo debe documentarse largo y tendidamente sobre el tema.
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¿Qué es la placenta?
La placenta es un órgano que nutre el fetus mientras crece en el útero materno. Este órgano es el encargado de introducir oxígeno y nutrientes al cuerpo de nuestros bebés y además filtrar todo los desechos que produce el cuerpo de nuestro embrión a través del cordón umbilical.
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¿Por qué las madres deciden comerse la placenta después del parto?
La placenta es muy apreciada en las culturas asiáticas.
Los partidarios de la placentogafia (según la wikipedia la conducta de comer la placenta y otros restos después del parto) argumentan que esta práctica puede prevenir la depresión posrparto, reducir el sangrado postparto, mejorar el estado de ánimo, la energía y la producción de leche, además de proporcionar a la madre micronutrientes importantes como por ejemplo el hierro.
Así que vayamos a analizar los beneficios de comerse la placenta
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Aporta micronutrientes, vitaminas y minerales importantes a la madre
Según los defensores de la placentofagia, la placenta contiene una gran cantidad de vitaminas y minerales que van a beneficiar la salud de la madre en el postparto como por ejemplo:
- la oxitocina: una hormona poderosa que puede ayudar a disminuir el dolor y que es un auténtico «chute» de felicidad y buen rollo
- Cortisona: reduce la inflamación
- Hierro: combate la anemia
- Prostaglandina: puede ayudar a devolver el útero a su tamaño habitual
- Prolactina: aumenta la producción de leche materna
- Estrógenos, progesterona y testosterona: pueden ayudar a regular los desequilibrios hormonales durante el postparto y ayudan a mitigar el insomnio y los cambios de humor.
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Impulsa la lactancia materna
Diversos estudios han demostrado que el consumo de la placenta puede aumentar la producción de leche materna. Además otros estudios han apuntado que comerse la placenta también ayuda a aumentar la proteina de la leche materna, la prolactina.
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Previene la depresión postparto
Diversas mujeres que han sufrido de depresión postparto después de los anteriores partos deciden comerse la placenta para evitar justamente volver a sufrir una depresión cuando vuelven a ser mamás. La mayoría ha dicho que para ellas tomarse la placenta ha evitado que volvieran a sufrir una depresión, pero claro, algunas también han afirmado que la depresión les ha aparecido justo cuando han dejado de tomarse la placenta. O sea como dos o tres meses después del parto.
Debemos tener en consideración que se calcula que como mínimo 1 de cada 7 mujeres sufre de depresión postparto, por lo tanto, es normal que decidan provar «tratamientos» menos dañinos que la ingesta de medicamentos tradicionales como por ejemplo el prozac.
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¿Cómo se prepara la placenta para que pueda ser ingerida?
Pues lo más común es que una vez terminado el parto la comadrona o alguien de tu confianza se lleve la placenta a un laboratorio para que la conviertan en cápsulas. La placenta se vaporiza y se deshidrata para que pueda ser tomada como un suplemento alimenticio.
También hay algunas madres que deciden tomar la placenta como un plato de carne preparada, otras se la comen cruda, se la ponen en batidos o las mezclan con la comida.
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¿Qué dicen los detractores de la placentogafia?
Los detractores de esta práctica y una parte de la comunidad médica dicen que la forma en la que se prepara la placenta no destruye totalmente el número de bacterias y virus que este órgano puede contener.
Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades han publicado una advertencia contra la toma de cápsulas de placenta a causa de un caso de un recién nacido de desarrolló estreptococ del grupo B después de que su madre tomara píldoras de placenta que contenían precisamente estreptococ del grupo B y alimentase con el pecho a su bebé. Según los primeros estudios se determinó que la madre se infectó después de comer la placenta. El estreptococ del grupo B puede causar enfermedades muy graves en los recién nacidos.
Aún así la comunidad médica aún no se ha posicionado claramente sobre este tema.
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