Uno de los síntomas más habituales de una Candidiasis es el aumento de peso o la dificultad para perder ese peso aunque se coma muy poquito o se haga muchísimo ejercicio.
El desequilibrio de bacterias que sufrimos en el intestino las personas que sufrimos una Candidiasis es el culpable de esta situación. Las Cándidas por un lado pueden ralentizar el metabolismo y por el otro interrumpir los procesos normales de desintoxicación, lo que facilita un aumento de peso contra el que es muy difícil luchar.
No podrás perder peso si previamente no has matado a las Cándidas
Tenemos que tener muy presente que hasta que no hayamos regulado la cantidad de Cándidas que viven en nuestro intestino no podremos bajar de peso realmente. De hecho, diversos estudios como el publicador por: Nature Research, han demostrado que existe una estrecha relación entre la obesidad y los desequilibrios en la microbiota intestinal.
Perder peso requiere de un metabolismo eficiente y de un intestino sano. Sin estas dos premisas resultará muy difícil adelgazar y para conseguirlo la dieta sola no bastará.
¿Por qué razones la Candidiasis no te permite adelgazar?
Demasiadas toxinas en el cuerpo
Como el resto de hongos y bacterias que habitan en nuestro cuerpo las Cándidas nacen y mueren constantemente. Al morir, como ya vimos en el post sobre la Candida Die Off, las Cándidas liberan una corriente constante de toxinas que llega al torrente sanguíneo. Si tenemos una población estable de Cándidas, nuestro cuerpo asume perfectamente éstas toxinas que las Cándidas liberan al morir. El problema se presenta cuando tenemos una población muy superior de Cándidas.
Al liberarse una cantidad de toxinas tan grande en tan poco tiempo, los procesos de desintoxicación de nuestro cuerpo se alteran y especialmente un órgano como el hígado, que se encarga de limpiar nuestra sangre de toxinas, se ve abrumado y no puede trabajar con normalidad.
Al no poder desintoxicar nuestra sangre de tal cantidad de toxinas el hígado reacciona almacenando algunos de estos metabolitos de Cándidas para más tarde. Desafortunadamente, los almacena junto a las células grasas de nuestro cuerpo. En el caso de las mujeres alrededor de las caderas, del vientre y de los muslos. Convirtiendo las reservas de grasa en auténticos vertederos de «productos tóxicos» listos para reciclar cuando quede «algún» hueco libre en la agenda del hígado.
Antojos Constantes de Azúcar
Las Cándidas necesitan alimentarse de azúcar para crecer y reproducirse. Es por eso que las personas que sufren de Candidiasis Crónica a menudo experimentan un deseo constante de alimentos dulces ricos en carbohidratos. Pero aunque consuman muchos alimentos con azúcar este antojo nunca parece ser saciado.
Si bien muchos antojos de ciertos alimentos se reducen a necesidades meramente psicológicas, un antojo de azúcar inducido por las Cándidas también es físico. La levadura Cándida se alimenta de grandes cantidades de azúcar y almidón, lo que hace que sus niveles de azúcar en la sangre bajen. Cuando esto sucede, su cerebro cree automáticamente que necesita MÁS y MÁS azúcar para que sus niveles de azúcar en la sangre vuelvan a subir. Esto desencadena la producción de hormonas que provocan el antojo de alimentos dulces.
Por supuesto, comer más alimentos dulces solo vuelve a poner en marcha el proceso, lo que resulta en un círculo vicioso. Des esta forma, en su deseo de alimentarse, las Cándidas contribuyen a un exceso de peso.
Un sistema inmunológico demasiado estresado
Ya hemos visto que las Cándidas liberan una gran cantidad de toxinas y estas toxinas, aparte de comprometer el funcionamiento del sistema hepático, también afectan al sistema inmunológico.
Una toxina en concreto que producen las Cándidas, el acetaldehído, afecta tanto al sistema endocrino como también al sistema inmunitario.
Las Cándidas, al producir acetaldehído, sobrecargan las glándulas suprarrenales, que son las responsables de producir el cortisol, una de las hormonas más importantes para el funcionamiento del sistema inmunitario y de respuesta del estrés. Unas glándulas suprarrenales estresadas elevan los niveles de cortisol y éste como respuesta de emergencia ordena a nuestro cuerpo a retener la grasa y a almacenarla para su uso posterior. Desafortunadamente, la Candidiasis perpetúa este patrón en el que el cuerpo almacena grasa todo el tiempo, en lugar de usarla para obtener energía.
Fatiga Crónica
Las Cándidas afectan enormemente a los niveles de energía de nuestro cuerpo. Al liberar la toxinas como la toxina acetaldehído, de la que ya hemos hablado en los párrafos anteriores, las Cándidas pueden causar síntomas como fatiga y depresión.
Como resultado, los enfermos de Candidiasis a menudo luchan por encontrar energía y motivación para hacer ejercicio o incluso para levantarse de la cama por las mañanas.
Por supuesto, esta falta de movilidad y este sedentarismo significa que realmente no se queman calorías y por lo tanto el aumento de peso aún es mayor.
Así que para las personas que quieran perder peso y que sospechan que puedan tener Candidiasis. Es fundamental quitarse de encima las Cándidas antes de empezar una dieta. No sirve de nada cortar únicamente la ingesta de calorías si tenemos las Cándidas campando por nuestros intestinos a sus anchas. El esfuerzo será inútil.
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